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sábado, 3 de agosto de 2013

LA FRAGUA DEL REINO BASKÓN

Por Aitzol Altuna Enzunza

Tras la muerte del duque aquitano-baskón Waifre en el año 768 a manos de los francos tras sobornar a su guardia personal, quedó separada Aquitania (entre los ríos Loira-Garona) de la Baskonia continental (Garona-Pirineos). Gobernó desde entonces la Baskonia continental un duque en precaria independencia ante los francos y separado por primera vez de los aquitanos. Fue probablemente éste el momento en el que la Baskonia peninsular dejó de ser controlado por los duques baskones y cuando surgieron diferentes buruzagis llamados “nauarri”, documentados desde el año 769, que eran los que realmente controlaban el territorio ante los asturianos (que pasarán por ser el último reducto “godo”) y los musulmanes. Ese mismo año Carlomagno construyó junto a Burdeos la fortaleza de “Franciacum”, frontera entre baskones y franco-aquitanos.

Estos territorios del sur baskón que surgen como organizaciones independientes tras la muerte de Waifre, se empezaron a unir de nuevo tras derrotar a un ejército de unos 20.000 francos el 15 de agosto del 778 en la Primera Batalla de Orreaga-Roncesvalles. Según el historiador Jimeno Jurio, en esta batalla también participaron gipuzkoanos, baskones del norte, bearneses y gentes de Bigorre. Un importante contingente de un ejército ligero y veterano habría derrotado a otro desconocedor del terreno y que venía de una campaña contra los musulmanes y el asedio a Zaragoza. El estímulo baskón pudo ser variado, destacando la venganza por la muerte de Waifre o la quema de Pamplona, pero ante todo, sería una batalla por mantener su independencia y parar el avance del Imperialismo franco.

Los musulmanes habían entrado para entonces en la península ibérica por el sur en el año 711 y en tres años acabaron con los escandinavo-germánicos godos. Las crónicas musulmanas hablan de que en el año 781 el emir cordobés atravesó Calahorra, Viguera, Logroño, Deio, Pamplona, Elo, Irunberri (Lumbier) y Salazar, llegando así hasta los territorios de los Ibn Belasqot. Los musulmanes encabezados por Mutarrif ibn Muza de la familia de los Banu Qasi, fueron expulsado nuevamente de Pamplona por los baskones en el 799 al mando de su caudillo Belasko1.

Los Belasko, llamados "galos" en las crónicas musulmanas por ser profrancos, derrotaron al ejército musulmán en las Conchas de Arganzón al sur de Alaba en el año 801, quedando en sus manos este territorio y el de “los castillos” ("Alaba y Al Quila"). En el año 816 los Belasko, con gentes venidas de la Sakana, Burunda y Alaba, derrotaron de nuevo al ejército del emir de Córdoba en el valle de Orón (río Orancilo al sur de Miranda de Ebro) y en el desfiladero de Pancorbo (hoy ambos lugares pertenecen a la provincia de Burgos), que serán frontera del reino de Pamplona-Navarra. Esa era la frontera musulmana, pero también la asturiana permanente, es más, la Baskonia musulmana coincide aproximadamente con la goda de Leovigildo (Tomás Urzainqui “Vasconia en el siglo XI”).

Gracias a los Belasko, el hijo da Carlomango, Ludovico Pío o Luis el Piadoso, entre los años 810 al 812 llegó a vivir en la misma Iruña-Pamplona. El duque de Baskonia, Sancho Lupo I murió en el 816, las crónicas carolingias seguían hablando de príncipes baskones que "usurpan el principado fraudulentamente". Baskonia volvía a estar en lucha por su independencia contra los francos. Debido a estas sublevaciones, Ludovico Pio decidió escarmentar a los baskones que seguían alzados en armas al mando del hermano mayor de Sancho Lupo u Otsoa I al Sur de la ciudad Dax (Akize), se trataba de Semen Lupo u Otsoa II. Con ello Ludovico buscaba también restituir el honor de su padre. Mandó un ejército con su hijo Pipinio al frente que entró en Pamplona que también se había rebelado y nombró gente fiel a sus intereses entre los Belasko, escarmentó a la población y regresó por Orreaga-Roncesvalles sin que los baskones se atrevieran a enfrentárseles, pues usaban a los rehenes capturados en Pamplona como escudos humanos. Un valiente baskón se adelantó y los increpó, fue capturado y ahorcado, según narran las crónicas francas.

La lucha contra los francos continuó con victorias y derrotas de los duques baskones hasta que en el 824 tuvo lugar la Segunda Batalla de Orreaga-Roncesvalles, donde los baskones se unieron en torno a un buruzagi, Eneko Aritza, que contaba con la ayuda de su hermano Garçea Ximenez -del que nacerá después la segunda dinastía pirenaica de reyes nabarros-, y que llegarán a dominar de nuevo y poco a poco toda Baskonia. En ese año 824 Pipinio armó un nuevo ejército franco al mando de los condes Eblo y Aznar, el cual cruzó los Pirineos con la intención de “restaurar el orden”. Eblo y Aznar entraron en Pamplona sin aparentes dificultades, escarmentaron con la horca a muchos habitantes para evitar ser atacados por la retaguardia, nombraron abades y gobernantes fieles a los francos de nuevo. A la vuelta, recorrieron el mismo camino que Carlomagno, por Ibañeta y por Luzaide-Valcarlos. Eblo y Aznar fueron atacados y apresados donde antes fuera derrotado el ejército de Carlomagno.

Aznar Galíndez2 era el antiguo conde del Aragón primigenio (o marqués de “marca” franca) impuesto por los francos con los que recuperó Jaca, y al que Eneko Aritza había desposeído de sus tierras sobre el año 820, poniendo al frente a su propio cuñado Galindo “el Malo” (casado en primeras nupcias con la hija de Aznar). En el libro, “Iñigo Arista” escrito por Manuel Ilarri Zabala comenta que: “Aznar Galindo, tras ser expulsado por García el Malo, yerno de Eneko Aritza, le fue dada por Carlomagno Cerdaña y Urgell según la genealogías de Roda, pero debió de ser su hijo Ludovico Pío, pues él ya había fallecido para entonces”. Aznar fue dejado en libertad y mandado de vuelta al reino Franco mientras que Eblo fue entregado al emir de Córdoba, otro Abderramán, este Abderramán II, como signo de alianza.

En esta batalla destacó como hemos dicho Eneko Aritza Ximeno de alrededor de cincuenta años, que contará en la batalla también con sus hermanastros musulmanes del sur baskón, los Banu Casi, antiguos terratenientes baskones desde época romana que se cambiaron de religión y que harán de tapón con el emir de Córdoba, lo que dio un respiro a los “nauarri”. Eneko Aritza era hermano uterino de Muza. La madre de Eneko Aritza (cristiana y de nombre Oneka) enviudó y se casó con el Banu Qasi Fortun ben Fortún (nombre de él y de su primer hijo que denota su procedencia baskona), por lo que Eneko Aritza, primer rey de Pamplona, y Muza ben Muza, señor de los baskones ribereños, eran hermanos de madre. Este pequeño «reino» musulmán actuaba formando parte del emirato cordobés y a veces de forma casi independiente. En el año 824 al proteger a los baskones de Pamplona del califato cordobés, se hizo posible la consolidación del reino de Pamplona frente al expansionismo franco.

El historiador ronkalés Tomás Urzainqui lo explica así: "La historiografía en general ha obviado la influencia que tuvo en el conjunto de Baskonia su ámbito musulmán. No se ha tenido en cuenta ni se ha estudiado suficientemente el papel de esta realidad histórica y su repercusión. Hasta el punto de que sin la presencia de los baskones musulmanizados no sería posible entender la historia de Navarra.
Hay quienes desde la historiografía gran-nacional española han querido ver en el Conde Casius, iniciador de la familia de los muladíes Banu Qasi, a un noble godo. Sin embargo, es mucho más verosímil, con las fuentes disponibles, que Casius fuese un «possessor» o «rico hombre», cuyo asentamiento familiar, por ubicación geográfica y política, radicaba en la zona de Borja, Tarazona, Alfaro, Cascante y Calahorra, que hundía sus raíces entre los romano-baskones del Valle del Ebro.
Casius (nombre latino y no germánico como el todos los godos) a la llegada de los musulmanes al Valle del Ebro abrazó su religión, siendo el origen de la familia Banu Qasi, pero siguió manteniendo las intensas relaciones políticas y de parentesco con los demás dirigentes baskones vecinos”.

Los otros grandes aliados de Eneko en la Segunda Batalla de Roncesvalles fueron los, hasta entonces, procarolingios de los Belasko de tierra Estella, condes de Alaba y sobre todo dominadores de la comarca de Pamplona. Nabarra sería esa “planicie entre montes”, según los historiadores A. Oihenart (s.XVII) o A. Campión (s. XIX). Quizás estuvieran emparentados con los Belasko también pro francos de tierras aragonesas (Galindo Belasko).

En todos estos siglos los baskones fueron independientes gracias a su resistencia al imperialismo godo, musulmán y sobre todo franco. No existe constancia documental de suceso bélico alguno interno entre vascos o baskones entre el 476 y el 824 ni posteriores, año de la creación comúnmente aceptada del reino de Pamplona-Nabarra, reino geográficamente horizontal a los Pirineos, por lo que una conciencia nacional y un interés común en la defensa del territorio, riquezas y gentes frente a diferentes invasiones, debieron de ser las razones que nos llevaron a todos los baskones a aunar esfuerzos y crear el Estado baskón de Nabarra.

Las crónicas francas hablaban de un Singuinum, Sigrinum o Sihiminum que era “duque” de Baskonia (probablemente un buruzagi emparentado con la nobleza vascona como denota su nombre), traducido modernamente como Jimeno (o Ximeno), apodado “el Fuerte”, que en el 781 defendió su fortaleza en el valle de Salazar-Zaraitzu contra la afeiza mencionada del año 781 del califa musulmán Abderramán I. Según el códice de Roda, habría venido huyendo del poder franco para instalarse de Tierras de Deio (Deierri) sobre el fatídico año 768 de la muerte del duque baskón Waifre. Se trataría quizás del abuelo de Eneko Aritza (su padre sería Eneko o Iñigo Ximenez) que controlarían también las tierras de Berrueza.

Serían tierras de los Aritza y Ximeno las cuencas de los ríos Irati y Aragón hasta el valle de Hecho de su yerno Galindo. Mandarían en el Valle de Salazar, Aezkoa, Urraul, el Valle del Ronkal, la villa de Cillas en Ansó (fuera del condado de Aragón3), el sur del río Argueda e incluso Onsella y el oriente de Sangüesa y Navascués, donde se encuentra el monasterio de Leire, cuna espiritual del nuevo poder baskón y refugio contra los ataques musulmanes donde descansan los restos de los primeros reyes nabarros. El valle de Urraul, antes se llamaba Aristu o Ariztu, “Arista” sería una metástasis de “Aritza” (roble o árbol en genérico en la Alta Edad Media).

Según un documento, Eneko Aritza pasó parte de su infancia o juventud aprendiendo a guerrear probablemente en Bigorre (Bigorcia), en la Baskonia continental. Rodrigo Ximenez de Rada cronista del rey de Castilla en el siglo XIII comentaba: “un varón llegó del condado de Bigorcia, llamado Eneco (sic), al cual por su dureza en los combates se le dio el sobre nombre de Arista y moraba en la comarca de los Pirineos, y descendiendo luego a la parte llana de Navarra tuvo allí muchos guerras, por lo cual entre los habitantes mereció principado”.

Eneko Aritza habría sido coronado según la tradición en el valle del Ronkal, ennobleció la villa de Isaba (Ronkal) y fortificó Aibar, Xáseda, Gallipienzo, San Martín de Unx y Uxue, además expandió el reino por tierras riojano-alabesas de la Sonsierra de Nabarra.

“Nafarroa, arragoa
Sua eta ura,
Kondaira urratu baten oihartzun oihukatua.
Amets bat baino gehiago
..........
Oi, Nafarroa, Nafarroa betikoa.”
Xabier Lete “Nafarroa, Arragoa”



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