Mi equipo OSASUNA, mis fiestas SAN FERMIN, y mi Estado NAFARROA-NABARRA-NAVARRA-NAVARRE. Soy Osasunista,sanferminero, y por encima de todo Nabarro, pero de la Navarra Entera - Nafarroa Osoa. En este blog escribiré sobre estas mis pasiones especialmente, pero tambien de otras que se me vaya ocurriendo. Sea política, deporte, etc.. ONGI ETORRI-BIENVENIDOS a mi blog, y espero que lo disfruteis

sábado, 21 de septiembre de 2013

La desaparición del euskara en Alta Navarra

Información facilitada por Aitzol Altuna

“Vasconia” Federico Krutwig: “Introducen el castellano o el francés, rebajando moralmente al vasco quien, grotescamente vestido de español o francés, no es más que hombre de tercera categoría”.


La zona del sur del territorio Baskón, la Ribera de la actual Alta Navarra fue la de mayor grado de romanización (incluidos esclavos foráneos) por ser la más apropiada para el cultivo intensivo y la única que soportó la ocupación musulmana. Ambos hechos contribuyeron a que en estas zonas acabara disminuyendo el uso del euskara como lengua principal entre las habladas, aunque perviviendo reductos euskaldunes e incluso euskaldunes monolingües hasta la Edad Media cuando menos. Antes de los romanos y musulmanes, existieron varios castros celtas en el lugar.

Las invasiones musulmanas en el siglo VIII mermarían el uso del euskara de Olite o “Herriberri” hacia el Sur (“tierra nueva” que no “Villanueva”, equivale en su significado al término “Extremadura” en castellano, o a “Castilla Nueva” durante la conquista de tierras a los musulmanes según Mitxelena y Ciérvide). El propio topónimo euskérico “Herriberri” es elemento significativo de la fuerza del euskara en el reino baskón.

El cronista musulmán de la campaña de Abd el Rahman III sobre Pamplona en el 924, definió la realidad lingüística del reino como “la mayoría habla (sólo) vasco, lo que les hace incomprensibles”.

En la comarca ribereña como en la ciudad romana de Cascantum, construida tras el traslado de la población indígena de Muskaria (Caiscata), que luego sería la Tudela musulmana, se daría durante la ocupación romana y posterior musulmana un declive importante del euskara, con una recuperación parcial pero significativa en la zona al ser reconquistada por Navarra en el siglo XII (último reducto del territorio baskón original en ser integrado en el reino). Así, en textos de municipales de la época y siglos posteriores, los tudelanos llamaban “navarros” a los que hablaban euskara. Se menciona su nombre por primera vez Tudela en el 802 “Medinat Tutila”, divinidad protectora romana.

Como dice Tomás Urzainqui (GARA 19/04/2004):
“Las informaciones que proporcionan las fuentes musulmanas hablan de la llegada de habitantes a Tudela para repoblarla procedentes de las localidades de su entorno, de la misma Cascantum pues como señala Juan José Bienes Calvo los restos arqueológicos que abundan en el subsuelo de la ciudad nos retrotraen a la I Edad del Hierro, y a toda la época romana, sin solución de continuidad, afirmando que la Caiscata indígena estaba en Tudela y que sólo cuando se trazó la calzada romana del Valle del Ebro se trasladó a la nueva Cascantum en el mismo Valle del Queiles, quedando la población anterior dependiendo del Cascantum, Municipio Latino Viejo. (…) El Jurado de la Aljama de Tudela el año 1309 era Mahoma Ocharra u Oxarra. Otros moros navarros: Mahoma Ezquerro en Ablitas, Abarqua en Cortes y Ribaforada. En Ribaforada, Cascante, Monteagudo, Cintruenigo, Corella, Araciel, Cabanillas, Fustiñana, Arguedas y Cortes es común el apellido «Navarro» entre los moros de dichos pueblos. El motivo es su significado étnico-lingüístico. Es decir, son ríberos euskaldunes autóctonos de religión”. No existen asentamientos árabes en toda la Ribera.

El multilingüismo ha sido una constante en la comarca de Tudela, el euskara, el hebreo, el romance navarro que sustituyó al romance mozárabe y el árabe han convivido en la Ribera Navarra. Según Caro Baroja el “mozárabe-vascón” conserva palabras en euskara, fue muy tardíamente sustituido a su vez por el castellano en La Rioja, Alaba, Alta Navarra, Aragón y también Bizkaia. En cuanto al árabe, se habla al menos hasta el siglo XIV, según un documento redactado por el notario del Conceyllo en 1312 “En cristiano e moreigo” y recogido por Ricardo Ciérvide en “El euskera en la Navarra Medieval en su contexto románico”.

Según Roldán Jimeno, el romance navarro se empezó hablar entre el monasterio de Leire-Cáseda y los cursos bajos de los ríos Arga, Aragón y Ega en el siglo X, pero no fue hasta el XIII cuando adquirió fuerza hasta el siglo XIII aunque siguió siendo bilingüe como queda demostrado en numerosos testimonios documentales (se puede consultar al respecto “Euskara Jendea” de Xamar edit. Pamiela).


La situación cabe extenderla a la Ribera aragonesa limítrofe, con aportaciones mutuas (las fronteras políticas rara vez son las culturales). Como dice Jabier Sainz Pezonaga: “En el campo lingüístico hay que añadir que el romance aragonés no puede explicar muchas voces y modalidades gramaticales y fonéticas sino a través del euskera hablado con anterioridad en su territorio”.
Podemos afirmar que la Ribera de Alta Navarra, de Alaba y de Aragón limítrofe a estas, pasaron por ciclos proto-vasco, vasco-céltico, vasco-latino, vasco-árabe y vasco-románico desde los siglos IX-X hasta nuestros días (los godos apenas tuvieron repercusión en el complejo idiomático de la comarca). En este último ciclo, el vasco-románico, también hay que hacer dos distinciones: un primer ciclo vasco-romance medieval marcado por el respecto y el mestizaje vasco romance navarro con mozárabe, y un segundo ciclo a partir del siglo XVI con la pérdida del reino navarro, donde el euskara, el idioma propiamente navarro, es menospreciado y apartado de la vida social por el idioma de conquistador: el castellano.”


Hay que señalar también los trabajos sobre la toponimia de la zona ribereña dan un alto porcentaje relativo de topónimos euskaros, como en la comarca de la Oliva o Eslava, pero que van en retroceso desde el siglo XII en las comarcas de Tafalla, Olite, Beire, Pitillas, Santacara o en Mélida a partir del XV en Carcastillo o Murillo el Fruto, en beneficio del romance navarro, que se va imponiendo en la comarca ribereña donde vivirá en bilinguismo con el euskara, tal y como aparece en el "Registro" de 1587.
Artajona, Yesa, San Martín de Unx, Liédena, Sangüesa, Aibar o Cáseda (Zona media oriental de la Ribera), se mantuvo la frontera del euskara estable desde el siglo XI al XVIII, según el trabajo de P.Salaberri.

Hoy se está interpretando de forma mucho más restringida la influencia en la composición de la población por asentamientos celtas, dominio romano o musulmán, dando mucho más protagonismo a la gente indígena que se adapta a las tecnologías y a las gentes que llegan sin perder su idiosincrasia propia.
Jabier Sainz Peonzaga en “El euskera en la Ribera de Navarra” dice al respecto: “(…) A la difusión de las culturas megalíticas y del Bronce (II milenio antes de nuestra Era), que se desarrollaron en todo el Occidente europeo, seguirá la llegada de los pueblos indoeuropeos, portadores de la cultura de Hierro, diferenciándose un período de tradición céltica, Hierro I (siglos IX al V antes de nuestra Era), de otro de influencia celtibérica, Hierro II (siglos IV al III de nuestra Era). Los primeros contactos tienen lugar hacia el siglo II antes de nuestra Era. Ellos serán los que nos introduzcan en la Historia con el nombre de Ager Vasconum”. Luego en la Ribera se mezcló desde el comienzo lo celta, lo celtibérico, lo romano, lo musulmán y los romances con el predominante vasco que se mantiene y repuebla después, bajo el reino navarro.

Sobre la recuperación del euskara en la Ribera tras su integración en el Reino navarro, P.Arellano afirma que: “La repoblación de esta parte de la Ribera Navarra vino indudablemente del norte, de la Montaña y Zona Media del reino. Lo demuestran los apellidos, euskéricos, casi la totalidad, que desde mediados de siglo XVI se leen en las partidas bautismales”.
Las investigaciones de José Jimeno Jurio, Jabier Sainz Pezonaga, Rufino Gómez, Martín Martínez Saenz de Jubera y otros, demuestran que en todo el valle del Ebro, incluida Tudela, la continuación del euskara desde tiempos remotos y durante la ocupación romana y musulmana (la goda fue muy superficial e irrelevante en la composición de  la población como hemos dicho).
Javier Sainz de Pezonaga lo dice así en “Antroponimia medieval euskérica en la ribera tudelana”: “En conjunto, el estudio de la antroponimia medieval en la Ribera nos permite vislumbrar la existencia en esta comarca de una comunidad euskaldún, dato que por otros estudios podemos ampliar hasta la Edad Moderna. Aunque en principio se pueda afirma que esta comunidad euskaldún tiene su origen en un proceso de repoblación con gentes navarras a partir de la conquista del Valle del Ebro (a los hispano-musulmanes), además del aporte humano y lingüístico propiciado por la ocupación de amplios territorios para la ganadería transhumante por las gentes de la Montaña, tampoco se puede negar la posibilidad de una perduración del euskara autóctono durante los siglos de dominación musulmana, y en este sentido parece que hablan los datos que aportamos”.

Es revelador de la presencia del euskara en el sur del recién conquistado reino de Navarra en el texto que en 1540 escribe el agricultor Pedro Petillas sobre el veterinario zamorano que trabajaba en la capital ribera (Tudela) en un pleito: “no se hablar ni entiende vascuence porque es natural castellano (…) por no entender suele buscar un intérprete y que en ello pasa trabajo y que le vendría muy bien saber hablar vascuence para recibir a los que va a su casa”, en ese mismo texto judicial se afirma que el euskara es “ la lengua de la tierra”, el idioma nabarro, por tanto, es el euskara. Es decir, logra intérpretes entre los propios ribereños bilingües.

Dejó de hablarse euskara sobre 1587 en las Bardenas (sur de Navarra), zona de pastos realengos habitados desde el neolítico y Eneolítico (III y IV milenos a.C.) y frecuentados por pastores trashumantes venidos desde los valles pirenaicos del norte, que hicieron que el sonido del euskara fuera oído de forma habitual en el sur de Reino de Navarra, incluso cuando éste sólo lo hablaban preferentemente poblaciones de “baskongados” (euskaldunes navarros) venidos del norte del reino o de Iparralde, lo que demuestra la gran relación Norte-Sur del reino, con asentimientos de “norteños” en el sur. Estas relaciones se mantienen cuando menos desde el 882 pues desde estas fechas datan los primeros documentos de los derechos de pastoreo del los ronkaleses en las Bardenas expedidos por los reyes de navarra, relación y pastoreo que se mantuvo incluso cuando la Ribera estaba bajo el dominio musulmán (J.M. Lacarra “Vasconia medieval Historia y Filosofía”) por lo que no es descartable que el euskara siempre estuviera presente en la Ribera y que muchos ribereños también lo hablasen sin perderlo nunca del todo hasta nuestros días.
El gran historiados navarro Jimeno Jurio, relata como al llegar los islamistas a Tudela en el 714, no se repobló la zona con árabes o bereberes, sino que hubo una continuidad étnica y el poder seiguió estando en manos de nativos, los Casius y sus alianzas con el resto de baskones.

Por tanto, la frontera del euskara en la actual provincia de Navarra estaría en ese siglo XII, y durante siglos, en la línea Olite al sur (zona más romanzada pero bilingüe o incluso plurilingüe como hemos visto) y las comarcas euskaldunes monolingües de Carcastillo, Tafalla, Artaxona (existían euskaldunes hasta entrado el siglo XIX), Oteiza, Estella, Goñi (hasta el siglo XX existían familias euskaldunes) o Acedo.

Los Arcos (Urantzia) y Arroniz (provincia de Navarra límite con La Rioja Alavesa) hablan euskara hasta el siglo XIV cuando menos, después se impone le bilingüismo con una diglosia a favor del romance navarro.

Como deja escrito el vicario de Sangüesa y Lumbier, el licenciado Lubián en el siglo XVI: “no hay ningún lugar ni Ciudad nin villa en este Reyno en que no haya baskongados”, incluido el Sur.
La Cuenca de Lumbier (en euskara 'Irunberri' o 'Ilunberri'), en la Merindad de Sangüesa (en euskara 'Zangoza'), está integrada por los valles de Urraul Alto y Urraul Bajo, en el siglo XVI sus pueblos eran considerados de vasco hablantes cerrado.

Existe  un registro de 1587 que se conserva en el Seminario de Vitoria se dice, respecto a Alta Navarra, que se hablaba euskara en 451 pueblos (Monolingüe) y romance (bilingüe) en 58.

Estornés Lasa “Lo que No nos enseñaron”: 1587 según un documento de la Diócesis de Pamplona, los pueblos que hablan en euskera son 451 frente a los 58 romanzados, la frontera sería Acedo, Ayegui, Estella, Mingorria, Artajona, Tafalla, Olite, Leire, Pitillas, Santacara, Murillo, El Fruto y Carcastillo.




El euskara se recuperó notablemente con la implantación del Estado de Navarra en las tierras baskonas recuperadas; Por ejemplo, en el mencionado reconquistado Herriberri u Olite en 1574 (por tanto más de 50 años después de la conquista española del reino), Beltrán de Garriz en la plaza del pueblo, se subió al tablado y gritó a viva voz en euskara que todos los vecinos tenían yeguas en el zaguán de la casa de Pedro Ezpeleta del que el propio Beltrán era criado, y que fuesen a por ellas, que estaban en el corral (Archivo Notariales del Gobierno Navarro, Ángel Jiménez Biurrun). También en Olite en 1623 un presbítero pedía al Obispado licencia para confesar en euskara porque “los muchos vascongados que hay en dicha villa, y pastores de ella están muy desconsolados y se van a otros lugares a confesarse”.

En la ribera norte del valle del Ebro tanto de Alaba como de Alta Navarra había vascoparlantes monolingües, que pasaron a ser bilingües en el siglo XVI.
En el siglo XVII un tercio de Estella era monolingüe euskaldun y el resto bilingüe. Jimeno Jurio en su libro póstumo "Navarra, historia del euskara" (Pamiela 2006), demostró que pese a la represión del conquistador castellano contra la lengua de los navarros, el euskara se mantuvo como lengua materna de comunicación, en Artica, Zizur, Eskiroz, Yerri, Gesalaz, Lunbier o la propia capital del reino, Iruña-Pamplona "hasta el siglo XIX en que la represión, unas veces sutil y descarada otra, fue asfixiándola".

La pérdida definitiva del Estado navarro en su vertiente peninsular, afectó directamente desde la conquista al euskara, ya en 1539 los canónigos de la catedral de Pamplona pidieran al emperador y usurpador de estas tierras del reino a sus legítimos reyes, Carlos de Gante, que pusiera un obispo euskaldun “porque la gente vascongada (vascoparlante), que es la mayor parte y la que mayor necesidad padece de pastor de todo el reino, ama sobre todas las naciones a su naturaleza y a su lengua”.

La opinión de Caro Baroja acerca de la frontera de los territorios de habla vasca en la Edad Media es que es la misma que en 1587, siglo en el que desaparece en Reino vasco de Navarra en la península y donde comienza un nuevo retroceso del euskara, tras la ocupación castellana del Estado vasco en su territorio penisular. El abad de Arteaga (valle de Valdizarbe) Juan de Beriain, dejó escrito en el siglo XVI la buena salud del euskara en todo el Reino de Navarra.

Fernando González Ollé “la regresión del vascuence en Navarra, bajo el aspecto geográfico, parece prácticamente nulo durante la Edad Media y muy lentamente en los siglos inmediatamente siguientes, sólo en tiempos modernos se precipita”.


“La Guerra de Navarra” Peio J. Monteano: “La bula de rendición de cautivos”: “permite por primera vez el mapa lingüístico de (alta) Navarra a principios del siglo XVI que, entre otras cosas, muestra que la erosión de la lengua vasca había sido mínima durante el bajo medievo”.  Se trataba de una “bula de rendición de cautivos” para una nueva recaudación en la Diócesis de Pamplona que dividía en 3 zonas según estuvieran más o menos romanzadas. “Así pues, el euskera era, en la primera mitad del siglo XVI, la lengua hegemónica en al reino, nada menos que 8 de cada 10 navarros habitaban en el territorio donde predominaba”.


1571 en Gallipienzo, en una disputa entre dos curas, durante el juicio “..dixo que casi la lengua entre la gente de Galipienzo se platica y trata es vascuenç y que por ello hauen muchas gentes que no entienden sino muy poco romance”.

Jean Lermithe acompañó al rey español Felipe II en 1592 a un viaje a Navarra y comenta: “cuya parte más humilde habla lengua vizcaína, que ellos llaman vascongada, la cual nos pareció extraña, no entiendo de la misma ninguna palabra” y sobre Puente la Reina-Gares comenta: “también se habla allí el mismo lenguaje vizcaíno o vascuence”.

1607 en Estella-Lizarra se pide un cura para la Iglesia de San Juan Bautista que sepa euskera “porque en ella de las tres partes una es vacongada (monolingüe) y el electo vicario por ellos no sabe bascuence” (…) “el vicario no tiene las cualidades que se requieren para dicha parroquia por haber más de la tercera parte meramente vascongado y no saber romanz y el dicho cura no sabe bascuenz”. “Parroquia San Juan de Estella, nº513 del catálogo.


P. Moret “Anales del Reino de Navarra” (1617): “La lengua nativa lacónica, la cuela en lo antiguo fue común de todos los pueblos vascones… y el rey D.Sancho el Sabio llamó lengua de los navarros. Pero en nuestros tiempos algunos pueblos, con el largo comercio con los fronterizos la ha perdido, otros la hablan promiscuamente con la común de España; todas las regiones montuosas la retienen como única”.


Ya en 1682, el tafallés Francisco de Eraso habla de que los naturales han tenido una gran perseverancia "en conservar su lengua primitiva (…) muy perfecta, y capaz de escribirse como todas, y más suave y fácil a la pronunciación que muchas". En 1790, en la vecina Artajona, toda la elite del pueblo, alcalde, regidores, veintenantes y párrocos se ven envueltos en pleitos por exigir, todos unánimes, que el notario del pueblo posea la lengua bascongada, "que es la que comúnmente se usa en la villa". Iban contracorriente y perdieron el juicio. En 1795 Inchauspe, párroco de Tafalla, dedicó a un cura a "catequizar algunos chicos del idioma bascongado, para prepararlos para la primera comunión, a satisfacción mía".

Juan de Beriayn, párroco de Uterga, Valle de Izarbe: “Doctrina Christiana en romance y bascuence”: 1626, Pamplona: “(…) escribo en bascuence, porque no ha habido nación en todo el mundo, que no haya premiado la lengua natural de la patria y enseñarla en las escuelas a leer y escribir. Según esto, razón es que nosotros estimamos nuestra lengua bascongada”.


En 1627 el cirujano de Lumbier “la lengua vascongada es natural de Lumbier y es la que habla ordinariamente entre todos los vecinos (…) y así tiene por cierto que de cuatro partes tres y más son puros vascongados que no sabe ni entienden lengua romanzada y cuando hay alguno que la entiende no la habla”.

En Zirauki en 1645 se anota una queja en el juzgado  porque el comisionado de justicia “no sabe ni entiende la langua bascongada, la cual es la que comúnmente se habla y platica en la villa”.

En 1676 en Pamplona, en el hospital, se anota la queja de que no había cura euskaldun cuando “la mayor parte de los enfermos son vascongados y se hallan todos con notable desconsuelo”. Una nota similar se registra en 1791 en el mismo hospital. El comisionado castellano sobre el obispado de Pamplona en 1765 comenta que más de dos tercios del obispado son “basconcados”.

De la mitad de los pueblos altonavarros y alaveses, retrocede el euskara entre los agitados años que van de 1778 a 1868  (guerras contra Francia y carlistadas); desaparece durante esos años de: Valdorba (Orban Ibarra), Sangüesa, Valle de Allín, Galdeano (sobre 1863) etc.; el trasiego de tropas extranjeras y la derrota carlista lo propician.
“Hasta comienzos del siglo XIX el euskera es la lengua habitual hasta la Valdorba. A partir de entonces, empieza a ir para atrás. En el catastro de la cendea de 1837 se ve, en la toponimia, que la población es netamente vasca. En 1863, el príncipe Bonaparte, que es un estudioso de la lengua e hizo el mapa de los dialectos vascos, ya advierte de que el euskera en la Cendea de Cizur está en retroceso, aunque todavía vivo. Después de la II Guerra Carlista se puede decir que se pierde prácticamente y ya sobre todo más adelante, en el siglo XX. El último euskaldun oriundo de la cendea se llamaba Faustino Erro, su padre era de Zizur Mayor y su madre de Muru-Astráin, y falleció en 1943”, Joxe Miguel Bidador.

Los documentos de un proceso de 1778 en Navarra, en la que la cuestión en litigio era qué poblaciones debieran considerarse vascófonas y cuáles romanzadas, a afectos de adjudicación a receptores del Tribunal Real, ha permitido a A. Irigaray trazar una frontera aproximada entre las dos comunidades lingüísticas de Navarra en esa fecha, frontera que pasaría por los términos de Eulate, Amillano, Estella, Artajona, Tafalla, Lumbier y Orradre.
En los tribunales eclesiásticos de Alta Navarra como en los civiles, se pedía saber el euskara (a diferencia de hoy en día), porque como decía un informe de 1778 “más de la mitad de al reino era tierra vascongada (monolingüe euskaldun)”; en otro informe un poco anterior (de 1745), se concluía que “casi todos los funcionarios de la Diputación (de Alta Navarra) eran navarros (es decir, vascoparlantes o euskaldues)”.


1768 el viajero Guiseppe Barety dice de Tafalla “en esta ciudad se acaba el vizcaíno y se empieza a hablar el español”.

1806 Amillano, Puente La Reina, una carta  de un cura de Escalonilla, atestigua que la aldea de Amillano era de “vascuence cerrado”.

Fernando Mairoa dejó demostrado que el euskara seguía muy vivo en Artajona en 1815 con un documento donde se dice: "(…) a la salida del pueblo obserbo que un tropel de jentes hiban corriendo hablando Bazcuen que por no entender el idioma no sabe lo que decían…y se dezia que dichos sujetos que corrian eran de Artajona".


El último euskaldun de Gares (Puente la Reina), 15 kilómetros al sur de Pamplona, murió en 1925. Pamplona pierde el euskara a finales del siglo XIX principios del XX. En 1814 el gobernador impuesto por el ejército napoleónico puso precio al guerrillero navarro Espoz y Mina en euskara y en 1874, según el archivero municipal, en todos los comercios era necesario al menos una persona que supiera euskara; en 1937 había aún gentes nacidas en Pamplona euskaldunes como el hijo de la calle Navarrería Javier de Ziga, pintor pamplonés represaliado por el dictador Franco.


A principios del siglo XIX un vecino de Olite afirmaba que hablaba en euskera con sus amigos de infancia “La Lengua Vasca. Su origen y repartición” (1875), Paul Pierre Broca (1824-1880): “un navarro de Olite afirmaba que en Olite hablaba en vasco con sus amigos cuando era pequeño. Este hecho se publicó en 1857 pero se remontaba a unos 35 o 40 años. Por lo tanto no hace ni 60 años que se dejó de hablar vasco en Olite” Por tanto, a comienzos del siglo XIX. El mismo autor señala otro tanto para Puente la Reina-Gares. En el citado libro dice el ilustrado francés: “Es fácil imaginar que el Ebro y el Aragón fueron fortificaciones naturales al amparo de las cuales los vascones y sus aliados pudieron resistir y sustraerse al domino de los romanos, si no de manera absoluta, sí suficiente para conservar su lengua y nacionalidad, mientras el resto de la Península soportaba el yugo y adoptaba el idioma de los vencedores”.

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